sábado, 31 de diciembre de 2011

Ni lo sé, ni me importa.



¿Qué hacer con una papelera repleta de cuentos rotos?

 ¿Y con los pedazos de ese mito caído?

¿Qué hacemos con lo que nunca hemos tenido?

¿Quién fue primero la prisa o la falta de educación?

- Ni cortés, ni valiente: cosmpolita.

¿Dónde dejaré caer estas palabras?

¿Las escribiré a lápiz o a golpe de teclado?

¿Dejaré pasar otro otoño por estas páginas en blanco?

¿Cambiaré estos inútiles hábitos?

- Ni monje, ni yonkie: rutina.

A la espera de más dudosas conclusiones y preguntas que nunca me interesaron, se despide hasta el año que viene,

Ester Marfer.



lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Es Nadia una Tuitstar?

La siguiente pregunta nos llega desde una madriguera conejera en Jujuy, Argentina. (¿Jujuy? ¿De verdad existe un lugar en la tierra que se llame así?, bueno, ese pregunta ya se la haremos en otra ocasión a la oveja).
Al parecer Nadia tiene serias dudas sobre su relación pues la agresión verbal que su pareja le ha propinado no tiene perdón de Dios. Nos cuenta que el conejito la ha llamado "Tuitstar"; la oveja está escandalizada y se ha puesto pezuñas a la obra para investigar el asunto y llegar al meollo de la cuestión.

*La oveja toma el teclado y se coloca las gafas*

Beeeenas tardes, Nadia:

Te preguntas si has de dejar a tu novio por llamarte tuitstar, y en cualquier otro caso diría veeeete de ahí ¡¡YA!! pues es intolerable; pero Ester (que te devuelve el saludo) me ha mostrado tu TL y por supuesto tu favstar y tras comprobar que tienes más de 7.000 seguidores, te llueven las estrellitas y te han regalado 38 copazos, pues no nos queda otra que decirte que eres UNA PINCHE TUITSTAR.

#Team¡NadiaTuistar!

Un saludo,

La oveja pendeja.



Rima pregunta por su futuro



Para estrenar la sección "Pregúntale a la oveja" hemos recibido un correo de Rima Hachem, en el que nos preguntaba directamente y sin rodeos "¿Qué me depara el futuro? ".
Se lo hemos impreso a la oveja para que lo leyera y estudiara detenidamente y... ¡¡adivinad!! ¡¡Se lo ha comido!!
Bueno, paraece que ya ha digerido la respuesta y está preparada para contestarla. Os dejo con ellla.

Beeeenas noches, Rima,

Si supiera lo que te depara el futuro a ti o a cualquiera, no estaría haciendo el imbécil escribiendo esto, me pondría un turbante, compraría un décimo de lotería y si te he balado ni me acuerdo.

Saludos,

La oveja, pendeja.




miércoles, 9 de noviembre de 2011

Viento sin memorias (05-06-2011)

Aún sigo sentada, esperando que me traigan mi pasado; esas horas que imaginé nunca echar a perder. Sigo dibujando con los pies descalzos, en la arena del parque, una canción que me abrace.

Hay cielos, mares e interminables kilómetros sustentando este banco, que me sustenta a mí, que sustento un presente sin respuestas. Hay una vida que rueda junto a las piedras desorientadas, al golpe de mis patadas.

Y mis manos vacías, sin destinos en sus líneas, buscan un futuro infinito en la madera del banco. Cae la eternidad de mi otoño junto a la noche y retumba en el eco de todos mis pensamientos.


Yo soy lo que quise ser, ni seré lo que pretendo; no soy ese seremos que anhelo. Tan vacía de pasado que mi presente suspira por un futuro.


Este tiempo efímero, este viento de otoño deshoja mis diarios en blanco, y yo, y yo... yo ya no espero. Yo, me enredo en el viento.



miércoles, 19 de octubre de 2011

Libertad Digital me repudia.


Hoy al despertarme y abrir Twitter me he encontrado convarias menciones en las que se me descalificaba de diversas formas. ¿El motivo?Un tweet que publiqué la semana pasada; un chiste macabro y cruel sobre IreneVilla que rezaba así “Creer quete están contando un chiste y descubrir el premio más sarcástico de todos.Premio "Dama Andante" 2001: Irene Villa. #hoyvoydecruel” No hecontestado a ninguna de estas menciones pues creo en la libertad de expresión ypienso que es lógico que se hayan ofendido, pues el humor negro no tiene quehacer gracia a todo el mundo.
Antes de seguir escribiendo quiero dejar claro que NO soypartidaria de ETA, nunca lo he sido y nunca lo seré.
¿Por qué aclaro esto? Yo os lo cuento; mi curiosidad me hallevado a cotillear el perfil de las personas que me criticaban y he dado conun artículo de Libertad digital, en el que se hablaba de la ola de chistessobre Irene Villa que ha poblado Twitter estos últimos días, debido alaniversario del desgraciado atentado que sufrieron ella y su madre, y laConferencia de Paz.
Han publicado una captura de pantalla de algunos de estostweets y entre ellos está el mío; en este artículo comentan que Twitter deberíaCENSURAR estos chistes y cerrarnos las cuentas a los que los hemos hecho.Resulta que después de dos cuentas de Twitter y más de 10.000 tweets lanzados,la inmensa mayoría calificados de poetuits (poemitas romanticones en menos de140 caracteres, para quien no esté familiarizado con el término) denuncian que se me cierre lacuenta por un chiste de humor negro. VAMOS, NO ME JODAS.
Pero he de confesar que el hecho de que Libertad Digitalabogue por el cierre de mi cuenta (entre otras tantas) “me llena de orgullo ysatisfacción” y después de repasar los comentarios de los lectores aún más.Señores y señoras, deberían saber, a estas alturas de la jugada, que esta maníade reírnos de las desgracias ajenas, guste o no guste, es “muy de la tierra”,incluso hay quien usa este humor macabro para denunciar una situación muy pococonfortable como es la existencia del terrorismo en nuestro país.
En los comentarios se ha manifestado repetidamente una idea:“la izquierda española apoya en su totalidad a ETA” A ver si aprendemos a leerentre líneas… ¡COJONES YA! Si me quieren insultar por haber hecho mofa de unapersona que ha sufrido un atentado terrorista, adelante, hasta me lo he ganadopues seguro que he herido la sensibilidad de muchos. Pero no consiento quenadie me tome por simpatizante de ninguna banda terrorista, ni por mi humor, nipor mis ideas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Confesiones a una puerta (14 - Dic - 2010)


Supongo que no debería dejar pasar los días sobre el suelo de esta habitación. Supongo demasiado, sin llegar a conclusiones certeras, apática. Mi amiga, la desidia, transformada en compañera y motor de mi indolencia.
Sin control sobre el orden, sin independencia o autonomía; sumida en una rutina sin oficio ni beneficio. Parada en el INEM y en la cola del pan.
Las calles, el aire y los cafés se antojan lejanos y déspotas, desafiantes. Me intimidan las charlas, los coloquios; busco respuestas en las paredes, al tiempo que me olvido de cada pregunta, dejándolas caer en el fondo de otra solitaria madrugada. Desvelada.
Sin prisa, con pausas marcadas por la cadencia del segundero. Perfectamente acostumbrada a una situación despojada de coherencia, tan amarga para el resto como acoplada a mis espaldas.
Dueles mundo real, dueles.


lunes, 5 de septiembre de 2011

Dama de otoño. (06-06-2011)


Dama de Otoño, cálida y airada. Hoy soy ella, mañana no sé.
Coqueteo en la distancia y te hago imaginar miradas que te desabrochan del suelo. Coqueteo contigo y te gusta más que cuando lo hace tu dueña. Nos cortejamos y yo me hundo en tus fantasías. Me ahogo entre los kilómetros que nos separan.
Tú te callas y no me cuentas la verdad, yo la ignoro, creyéndome que las imágenes de mi cabeza son más reales que las que dibujas mientras te hablo. Creyéndome que entre las fotos asoman los sentimientos que yo te impongo.
Y desapareces, y ya no me cuentas nada. Paseas por mis calles, atado con su correa; yo te observo desde los áticos, concibiéndote un presente apoyado en mi ventana. Espero, café en mano, a que llames a mi puerta.
Este invierno, no me deja ser yo, Dama de Otoño, que cubría tus madrugadas de cantos y cuentos; te hice un colchón de hojas secas y lluvias rebotando en el cristal, para que apoyaras soledades y, así, poder seducirte con lo único mío, con mis palabras.
Ya no salimos a emborracharnos con las estrellas, pero yo sigo coqueteando con tus letras; escribiéndote cartas infinitas.
Te escondes bajo la nieve del invierno, bajo el manto de las hojas en blanco. No te busco, porque te siento contemplándome a través del tragaluz de mi refugio. Acercándote y alejándome, repartiendo brisas que saben a suspiros de Dama de Otoño.


Extraído de Lady Jester's posterous.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Muñeca rota.


Vacíos, espacios… nada que leer entre líneas y hojas secas deshechas sobre el papel. Dejo que la tinta camine lánguida sobre el cuaderno, buscando un verso que robar de los labios de una musa; la más puta de todas.

Yo, bufón de espíritu trovador, con mil y un cuentos que cantar cada noche, me quedé muda.

Tú, que tantas veces has cambiado de rostro, vuelves a dominar mi estado de ánimo. Creas tormentas y en un vaivén de mi imaginación explotas en calma. En mi cama.






- ¡Qué ganas de gritar y callar!


- ¿Qué ganas con gritar?


- Callar.





Sigo perdiendo el tiempo y acabo cobrando silencios. Ya no quedan fuerzas ni para desesperarse.

Estoy rota, tan rompida que no sé escrivivir y me tartamudean las letras.

sábado, 9 de julio de 2011

Palabréame esta.

Encontrar a Julio Muñoz en Twitter como @Avekaesar (hoy @Xulious) ha sido un guiño del destino; la mayoría de los que nos conocéis a los dos sabéis que nos gusta mucho trabajar juntos, y os confieso, es muy divertido hacerlo.

Hace unos días hemos descubierto Google+ y ahí estamos, rodeados de tuiteros, publicando fotos, noticias y haciendo comentarios dignos de ser calificados como tuits; sí, una vez que te enganchas, ya lo haces en cualquier parte. En uno de nuestros delirios hemos empezado comentario a comentario, a jugar con las palabras, y sin planearlo hemos creado lo que ahora os traigo. ¿Un relato? ¿Un cuento? Dejémoslo en un experimento.

Por supuesto algunos de los pensamientos que aquí se publican se han convertido en Tuits en nuestros TL; por eso he querido hacerlo en este blog, porque aunque no haya salido directamente de Twitter, no podría haber sido más inspirado por el ritmo que marcan los 140 caracteres.

A mí podéis encontrarme como @retserefram (a @mismenesteres y @jEsterSoy las eliminé sin piedad).

Esperamos que os guste.

Palabréame esta.

  • Azotada por mi léxico.
  • Esposada a tu semántica.
  • Enredada en mi significado.
  • Perdida en la métrica de tus versos.
  • Volteada por mi rima.
  • Ensimismada con tus diptongos, alterada por tus hiatos.
  • Tildada de salida en mis puntos y aparte.
  • Hambrienta de tu domino de la lengua. (Te miro, te admiro. Sedienta y hambrienta. Viva la lengua española, viva la lengua hambrienta.)
  • Salivan tus letras por alcanzar el sabor de mis silencios.
  • Me escondo tras tus vocales que arden por mis consonantes; tú y yo, asonantes.
  • Sudan mis sílabas al amarrase a tus encabalgamientos.
  • Yo descanso a las sombra de Tu T y tú te columpias en los arcos de Mi m.
  • Soy letra condenada a no tocar tu lengua.
  • Somos palabras que se llevó el aire, un viento de otoño que nos despeinó las tildes.
  • Muérdeme hasta que no haya más silencio.
  • Cállame los versos, grítame los besos.
  • Habla con mis silencios, no quieren decir tu nombre.
  • Mi nombre se deletrea con tus suspiros, se escribe con tu sangre.
  • Mi nombre es tu lengua buscando el lugar en mi cuerpo.
  • Somos lenguaje corporal escrito sobre sábanas blancas. Nuestro sudor, nuestra tinta.
  • Que nunca sea tu lengua muerta.
  • Que nos pasemos la noche punto y seguido, punto y seguido, punto y...
  • Hasta que el punto se ruborice de ver nuestro final.
  • Ese punto se escribirá con tinta roja.
  • Escríbeme con saliva, la tinta qué.
  • Sea nuestra piel lienzo, sean nuestros dedos pincel. Seamos la ilustración de este cuento sin final.
  • Escuece lo no dicho. Se hunden las palabras que son herida. Se agrieta el silencio. Tú. Yo. Solo un hueco sin significado.
  • Y se abren las heridas y sangra nuestra musa, que arrinconada maldice nuestras plumas que ya no se dejarán escribir.
  • Déjate escribir, no tengas miedo.
  • Tengo miedo a perder las letras, que me dejes muda de versos. Que me robes las estrofas en las que me refugio.
  • Mis letras y tu desnudez. Tu lengua y mi significado.
  • Nos conjugamos en presente perfecto, y futuro incierto. Tu verbo, tu sexo, es imperativo.
  • Mi piel sigue erizada por la historia que escribiste en ella.
  • Mis dedos se enredan en tu pelo, y trenzan los versos que me cuentas en silencio.
  • Haz que tu cuerpo se convierta en todos los significados que no llegamos a entender. Que gima, que grite, se retuerce de placer. En cada letra un nuevo cielo que tocas.
  • Y llenaremos el vacío de nuestros folios en blanco con las promesas de nuevas letras entrelazadas, de nuevos cuerpos unidos formando nuevas palabras. Inventemos un nuevo lenguaje con nuestras lenguas anudadas.
  • Y hacernos palabra, hacernos silencio que gime en nuestra nuca para recordarnos que no somos, no existimos. Somos uno, somos orgasmo. Grita mi nombre hasta que se quiebren tus labios. Ganas que nos devoran en el desierto. Tu piel arena. Tu mirada la cueva. Desemboco.
  • Nos callamos por no molestar a los libros que nos leen desde la estantería, dibujando en sus hojas la pasión de nuestros ojos. Te toco otra vez, me tocas de nuevo, para leer el braille de nuestros poros.
  • Te toco. Desemboco. Como lo hiciste con nuestra historia, regaste las páginas muertas de nuestro árbol con insidiosas mentiras que se burlaron de todos los suspiros derramados. Tras la ventana te ríes viendo llegar el fin. Ninguno de los dos se atreve a pasar de página, y nos ahogamos porque lloramos por lo que tenemos y no sabemos contener. Somos fin sin haber comenzado. Y ríes entre lágrimas mientras el sol destroza mi piel.
Julio Muñoz y Ester Marfer.

viernes, 8 de julio de 2011

Permíteme que te escriba


Se agolpan las ideas empiernándose con los pensamientos, amontonándose en esta cama de estrofas. Los versos se pierden en el laberinto en espiral de las líneas de mis manos. Una orgía de letras, queriendo formar las palabras exactas para conquistar el corazón de mi hombre de hojalata.


En este mundo en el que vivimos, sólo alcanzo a hacerte el amor y a follarte a fuerza de pulsaciones sobre el teclado; ¿Acaso creías que lo que retumbaba en tus entrañas es el corazón? No querido, eso no pasa en esta casa.


Sigo escribiendo y todo parece cobrar sentido, y se materializan tus labios frente a los míos, y con un soplo, se evaporan, junto al humo del porro que me estoy fumando. Sigo tecleando y son tus brazos los que me rodean por la espalda y siento tu respiración viva en mi cuello, y sigo escribiendo y sigues materializándote; y como es mi imaginación y hago con ella lo que quiero, dejo de escribir y empiezo a acariciarme en tu nombre, tal y como sé que lo harías si estuvieras aquí; por debajo de la ropa y con dedos sabios.


Te he versado en cada pareado, cuarteto y copla de pie quebrado que has inspirado. Eres soneto, eres ritmo y rima. Y con más ritmo y las pausas justas, es mi cuerpo el que ahora te describe con el sudor de mi cuello sobre mis sábanas. Es mi respiración agitada la que te materializa y te convierte en signos de exclamación.


Quizás ahora pueda dejar de transcribirte mis deseos en el papel; se ha corrido la tinta por todo mi cuerpo y la soledad es real. La pluma de tu fantasma se evapora con mi sudor; y en la ducha de fría realidad no queda ni tu calor.


Hasta mañana inspiración, nos leemos en tus sueños.

martes, 24 de mayo de 2011

Rima y Fabio

Después de mucho tiempo, por fin me decido a postear en este blog un relato escrito junto a Julio Muñoz. Él lo ha definido como “locura exquisita”, y yo no podría describirlo mejor.

Últimamente hemos dedicado nuestro tiempo muerto a desvariar por los muros del facebook, junto a otros tuiteros como @oh_Rima. Ayer esta mujerona, en uno de nuestros delirios, tuvo el acierto de hacer el siguiente comentario “Ahora sí, me voy a bañar y a preparar la salsa para unas albóndigas.” Julio la situó inmediatamente dentro del universo Almodóvar y yo no tuve más remedio que seguir el juego.

No es la primera (ni será la última) vez que hemos compartido inspiración, pero sin lugar a dudas, esta vez ha sido la más divertida. Yo nunca había escrito algo así, ni me había parado a pensarlo, pero estoy más que contenta con el resultado; estoy entusiasmada. Espero que os guste tanto como nos ha gustado a nosotros crearlo.

"Dedicado a Rima, Se acabó el Jabón y a Fabio, que aunque sea un personaje dentro de la historia, es real, y fue nuestra musa."

Rima y Fabio



Rima abandona la habitación cansada de la conversación con sus amigas que siguen tiradas en el sofá bebiendo a morro de una litrona. Lleva una pequeña bata de leopardo que no alcanza casi a cubrir sus turgentes senos, unos altos tacones rojos y la cabeza llena de rulos fucsia que le hacen parecer un ama de casa moderna, típica de extrarradio. En su nariz todavía se pueden ver las señales de la noche, cocaína y sangre seca, de fondo, la repetición de Sálvame a todo volumen en la tele, le cuesta vocalizar y nadie la escucha, pero muy digna dice:

-Ahora sí, me voy a bañar y a preparar la salsa para unas albóndigas.

Al entrar en la ducha se da cuenta que hay un travesti meando, lo ignora y  del armarito que guarda todos los antidepresivos conocidos y por conocer saca un cigarro que el travesti se lo enciende sin dejar de mear.

Cuando abre la cortina de la bañera se encuentra a Fabio tirado con las narices llenas de sangre y el sexo todavía erecto de jugar con el travesti, que aún con las bragas amarillas por las rodillas no para de mear. Rima indiferente a la escena apura el cigarro de tres largas caladas y saca el bote de Prozac del armario tomándose tres pastillas de golpe, y con un: -¡Bah! Maricones, abandona el baño y se dirige a la cocina. Pensativa, triste, bien colocada.

En la cocina hay una radio que cuelga de la pared entre la espumadera y el cuchillo jamonero, una radio antigua, un poco destartalada en la que se pueden oír canciones de Parchís y Menudo. Rima empieza a sacar todos los ingredientes para la salsa de las albóndigas y se da cuenta que no tiene el ingrediente principal de éstas, la carne picada. Solo se le ocurre una solución, pedir la carne al matrimonio católico que vive justo encima de ella. Él es guardia civil y ella la puta del barrio, que aunque puta, católica, no tiene una cosa que ver con la otra.


Llama a la puerta y puede escuchar los tacones que se acercan, cuando se abre la puerta, aparece ante sus ojos una mujer escultural enfundada en una microscópica minifalda de plástico rojo y una blusa azul que deja entrever sus enormes pechos.  Al ver a Rima con un gesto rápido y desconcertante se tapa el ojo morado que su marido le ha puesto la noche pasada.

-Pasa Rima, ¿qué haces por aquí?

-¿Está tu marido?

-No, está de guardia, seguro que se la está chupando a su compañero de turno, siempre ha sido un poco maricón.

-Sí, maricón, pero mira como te ha puesto el ojo, hija, siempre estás marcada.

-Ya sabes, me gusta que me pegue un poquito, no es su culpa, soy yo que soy una viciosa.

-¿Tienes carne picada?

-Pues claro que tengo carne picada, y bendita, el otro día, ahora que hablas de carne, se me quedó el cura to’ tieso en la cama. Hija, tan mayor y tan putero, me gustaba porque era de los pocos decentes que nunca violó a un menor, eso sí, lo tenía aquí día sí, día no. Pues nada, un paro cardíaco, y eso que yo para él solo me abro de patas y ahí le dejo que haga lo suyo, que si le doy el ritmo que me entra cuando el Manolo me pega un par de buenas guantás, se hubiese muerto hace veinte polvos. Total, que se me murió aquí mismo, y ya sabes cómo es el Manolo para estas cosas, que si es policía y eso, pues tuve una idea, hija, los tiempos no están para desaprovechar carne. Pues eso, que le descuartizamos en la bañera y congelamos la carne. Ayer me hice unos riñoncitos al Jerez que te pees.

-Pues dámelo, que pare el cerdo que me ronda…

Y dando un espectacular giro a su melena, Rima da la espalda a Violeta y ésta, fijándose en el movimiento de su culo le da un azotito y grita:

-Perra, cada día estás más delgada.

-¿Qué quieres hija? , Éste muy maricón también pero me tiene to’ el día doblá.

-Mándamelo una noche de éstas, que entre el Manolo y yo le dejamos seco, ya sabes lo que me gustan los tríos, y a éste ni te cuento. ¿El tuyo se dejaría pegar?

-Anda chocho, me lo pienso.

Rima, ya en su cocina amasa la carne haciendo pelotas perfectas cuando Fabio entra tambaleándose con una camisa rota de los Ramones y un tanga morado de lentejuelas, la sangre aún emana de su nariz que no soporta más coca y un hilillo blanco resbala por su pierna, casi no puede enfocar y a duras penas llega hasta donde está Rima cocinando, la abraza y ronronea en su cuello. La besa en los morros.

-Hueles a sexo maricón, me estás poniendo el pezón derecho más duro que el izquierdo.

Fabio se sienta en un taburete blanco cojo y empieza a balancearse a grito de “mira lo que me gusta a mí un buen meneo”

-¿Qué estás preparando, cocinera, cocinera? Ay cuando llego a casa…

-Unas albóndigas caseras, carne de cura de primera.

-Y hablando de Rimas, ¿sabes quién es una ramera? Tú prima, la de arriba.

-Ay Fabio, qué obvia eres nena.

-¿No tendrás más coca por aquí? Dice Fabio mientras se rasca el huevo izquierdo.

-Uff, pues no sé, mira entre las especias.

Fabio abre el armario mientras canturrea “Marinero de luces, llegó a la bahía…”

-Uy, no tienes coca, pero hay miles de pastillitas, a mí me daban dos.

Y tragándose dos de golpe, coge una tercera con la lengua y se la ofrece a Rima.

-Ay no, quita Fabio, no puedo con más drogas, sabes que yo soy más de las legales aunque un poco de coca siempre me meto, esas mierdas sintéticas que os metéis no os está haciendo nada bien, anda tira y di a la Topacio que se vista y se largue, no quiero tenerla en esta casa, con un maricón me vale y me sobra.

Fabio, sin saber muy bien dónde se dirige, camina elevado en los altísimos tacones que le ha robado a Rima y se esconde en la habitación que ambos comparten. Abre la caja de las joyas de Rima y de ellas saca una bolsita, una cuchara, algodón y una jeringuilla, ha decidido que las doce de la mañana es buena hora para el primer pico, no antes de llamar a Topacio a gritos para que le ayude con la goma y la erección.

Rima se acuerda que tiene dos amigas bebiendo cerveza en el sofá del salón y decide ir a echarlas a patadas de su casa. No las quiso tener nunca ahí, pero así son las fiestas últimamente, una noche de locura y nuevos compañeros de piso. Sale quitándose el delantal dejando atrás albóndiga y salsa.

-A ver, vosotras dos, pedorras, a la calle con viento fresco que me estáis apestando la casa a coño revenido.

-De aquí no nos vamos.

Ni corta ni perezosa, agarra a la que está callada de los pelos y la tira al suelo. Arrastrándola hasta la puerta mientras la otra coge una de sus piernas y tira de ella hacia el sofá.

-Zorra, no nos puedes echar de tu casa mientras tienes a esa drogadicta riéndote de ti y follándose al monstruo de la Topacio.

-Hago lo que me sale del coño y tú, apestada, fuera de mi casa.

-Uy lo que me ha dicho, putón, que eres un putón enamorado de un maricón, hija puta.

Rima no puede soportar la presión y le lanza un escupitajo en la cara a la vez que encesta una pata en toda la tripa de Sofía. Justo en ese mismo momento se oye a lo lejos un grito de marica trasnochada y aguda al otro lado de la habitación. Rima ayuda a Sofía a levantarse y como si no hubiera pasado nada se acercan lentamente a la habitación de donde viene el grito. Asustadas y con el rímel invadiendo su rostro, abren lentamente la puerta de la habitación,  encontrándose una de las más horribles visiones de su vida.

Topacio se encuentra tirada a los pies de Fabio y no puede parar de llorar, mientras éste está desnudo, inconsciente, con la jeringuilla aún colgando del brazo y la polla erecta.

Topacio en posición fetal reacciona ante la atenta mirada de Rima que escudriña el esperpéntico espectáculo, se gira hacia ellas extendiendo los brazos, pidiendo un abrazo, solo Sofía se acerca y la abraza. Topacio, que con ese aspecto es más él que ella, registra los bolsillos de Sofía en busca de algo que ayude a soportar la situación. Rima se lanza sobre Fabio y lo zarandea intentando hacerlo reaccionar al grito de “mi zorrona, ay mi zorrona viciosa”. Encarna, la otra amiga sigue la escena desde la puerta de la calle pero indiferente las deja con su drama y se vuelve al sofá, sube el volumen de la televisión para no escuchar nada.

(Rima, dando bofetadas a la cara de Fabio)

-Ay Fabio, no puede ser, otra vez no, hija  puta viciosa, vuelve y deja esa sonrisa que me asusta. Y vosotras, se puede saber por qué no estáis llamando a una ambulancia, se nos va, venga llamar.

Encarna hace un gesto de desidia levantando el mando a distancia junto a su dedo corazón, Topacio sigue temblando mientras intenta esnifar los últimos polvos que quedan en la papelina que Sofía sujeta mientras con la otra mano le acaricia la cabeza. Rima, desesperada y viendo que ninguno allí moverá un dedo, se quita la delgada bata que apenas cubre su desnudo cuerpo y se mete en un estrecho vestido rojo de lycra, se calza unos altos tacones negros de Fabio e intenta subirlo el tanga sin poder ya que la erección sigue ahí, vigilando a todos. Nerviosa, camina desesperada por la casa en busca de su bolso, cuando lo encuentra, mete las llaves del coche y se va directa al baño para recargar las pilas con un par de pastillas que coge al azar. Aduras penas, coge a Fabio por la cintura y lo sujeta inconsciente en su hombro. Lo arrastra como puede por el apartamento y lo deja tirado en el ascensor, pulsa el cero y baja corriendo por las escaleras, no quiere que la portera lo encuentre.

En el último tramo de escalera Rima acelerada, se tropieza y lo baja dando vueltas por los escalones, queda tirada boca abajo, rodeada de todos los trastos que lleva en el bolso, incluyendo un vibrador en forma de conejito feliz que se ha quedado vibrando solo sobre el frío mármol.

El ascensor está delante de sus narices, como puede se levanta y observa, dolorida, que le sangran las dos rodillas. Recoge como puede todo lo que tiene a mano mientras se abre la puerta metálica del ascensor, rogando al a virgen del Rocío, la del Pilar y el Cristo del Santo Sepulcro que no aparezca el marujón solterón de la portera. Esta vez es capaz de avisar al casero, aunque a estas alturas debería estar acostumbrada con estos escándalos.

Agarra de los sobacos a Fabio y lo saca del ascensor, deslizándolo por el mármol del suelo. Rigoberta, la portera, que está tomando el aire en la calle los ve salir.

- Ay,ay,ay,ay... todos los días igual, cuando no es una es el otro, o la otra, o lo que sean. Ayayayayayayay.
- Déjese de estupideces vieja bruja y cuide de Fabio mientras arranco el coche. Rima deja el cuerpo de su amigo tirado en la puerta haciendo masa para que no se cierre.
Rigoberta no hace más que llevarse las manos a la cabeza sin parar de quejarse:

-Normal que pasen estas cosas, si es un desviado, en este edificio están todos desviados. Si Franco levantara la cabeza...

-Rima: Pues si Franco levantara la cabeza usted y las cuatro putas que tiene guardadas en el sótano estarías en la cárcel, es que no se puede ser más hipócrita, será hija puta la tía, y sujéteme a Fabio, no ves que está desnucado con la acera, y póngale algo en esa nariz que se nos va a desangrar.

Rigoberta entra en la portería y sin saber que coger se dirige al armario del baño, allí encuentra unos tampax de sus chicas, coge uno y mientras vuelve donde Fabio se encuentra tirado, le quita el envoltorio y una vez junto a él se lo introduce a presión en la nariz. Ayuda a Rima a meterlo en el coche y sin saber porqué, se monta en el coche en el asiento del copiloto. Rima conduce frenética por las calles de Madrid, atravesando la Castellana empieza a decirle a Rigoberta que saque algo por la ventanilla, como no encuentra nada, se quita las bragas y las zarandea como si fuesen una bandera blanca. A medio camino del hospital Rigoberta se fija que a Rima con el ajetreo se le ha subido el vestido y no lleva bragas, el calor se apodera de su cuerpo y le es difícil disimular la situación, siempre estuvo enamorada de ella, por eso la ayuda, aunque su deseo es que Fabio muera en la parte de atrás de ese coche. Disimulando se introduce la mano entre la falda y se comienza a masturbar mirando de reojo los muslos desnudos de Rima.

Con los zarandeos del coche, el cuerpo de Fabio va deslizándose hacia abajo y su cabeza acaba apoyada en el suelo del auto entre el asiento de Rima y de Rigoberta.
- Me cago en todos tus putos muertos, facha de mierda - Grita Rima a un Opel corsa con la banderita de España que no la deja pasar en un semáforo - no deja de pitar el claxon en ningún momento mientras la portera va dejando de disimular y empieza a gemir, no puede refrenar el deseo y deja de masturbarse para deslizar la mano sobre el muslo de Rima buscando su coño, seguro que está tan jugoso como siempre se lo ha imaginado.
La conductora que está más pendiente del tráfico que de otra cosa no se da cuenta de la situación hasta que ya la ha metido el dedo hasta el fondo.
- Mírala que guarrilla la portera, por eso andaba siempre subiendo a quejarse de todo a casa, como que quería comérmelo todo... haberlo dicho, que por unos eurillos yo le dejo que me haga lo que quiera. Pero ahora déjese de seducciones y tocamientos que tenemos que llegar al hospital vivas. Mire a Fabio como va, hágame el favor de darse la vuelta y colocarle en su sitio.

A pesar de lo dicho por Rima, Rigoberta sigue masturbándose a sí misma y a una Rima más que receptiva, se deja llevar, entre el movimiento experto de la mano de su portera y que comienza a hacerle efecto las pastillas que tomó antes de salir de casa, se relaja y olvida que está conduciendo. Se retuercen en el asiento, gimen de placer mientras al estirar el cuerpo aprieta más el acelerador. No lo ven venir, están extasiadas, justo cuando las dos se corren a la vez el coche se empotra contra un puesto de churros ambulante. Rima y Rigoberta quedan incrustadas en la luna delantera, llenas de sangre pero con el placer escribiendo su sonrisa.

Todo es silencio hasta que la puerta de atrás del coche se abre, todos los presentes se quedan perplejos al ver bajar a Fabio con el tanga de lentejuelas en las rodilla, cubierto de sangre y la mirada perdida. Hace por recomponerse y alza la cabeza, intentando enfocar algo, intentando comprender. Lo primero que mira es el coche y se asoma por la ventanilla del conductor, ve a las dos mujeres desangrándose con sus cuerpos atravesados por los miles de cristales, alarga el brazo, coge el paquete de Marlboro de la guantera y coloca un cigarro entre sus dedos, se acerca a una mujer que no da crédito y con toda la dignidad posible dice:








-Bonita, ¿no tendrás fuego por ahí?











A lo lejos se puede ver caminar a Fabio con los tacones que le ha cogido a Rima.


Fin






Julio Muñoz ha creado un magnífico PDF que si queréis podéis descargar pinchando justo aquí.

viernes, 15 de abril de 2011

Sin un ayer que olvidar.


Una pequeña colaboración con @Xulious, sí, con él de nuevo. Debe ser que nos gusta crear juntos, y nos lo pasamos bien haciéndolo. En esta ocasión, inspirados por la idea del cadáver exquisito de @sea_breve, hemos escrito un "Encadenado", en el que alternando DMs, cada uno ha escrito una parte del microrrelato que os presentamos a continuación:

Sin un ayer que olvidar.

Antes de olvidar el nombre de ella lo escribió profundo en la corteza de un árbol, por cada letra, una lágrima que reflejaba su rostro.

El viento hacía crujir las ramas, al compás de su maltratado corazón, deshojándolas sobre su abatido ser.

Algún día dejará de ser, olvidará todo lo que le hizo estremecer, algún día será silencio, el vaivén de la hoja que no llega a caer.

No albergará nombres es sus ojos y dejará de acariciar imposibles; será incógnitas en un futuro sin presente.

Un presente sin ayer, un lugar sin posición, una lágrima sin sentido, un dolor sin razón, una vida olvidada en la corteza de un árbol.

Y llegarán los otoños, disfrazados de tormentas y vendavales, a despojarlo de hojas y ropas. Llegarán en un adiós eterno, sin vida.

Julio Muñoz y Ester Marfer.

Julio ha tenido el detalle de crear un PDF con el microrrelato, si queréis descargarlo dadle al click justo aquí.




miércoles, 9 de febrero de 2011

Un sueño por otro (Proyecto "Mundos paralelos")

Hoy es el quinto "Mundo paralelo" y el tercero construido a partir de las pautas de nuestros seguidores.


Las pautas de hoy nos las deja Nicson, de él sólo sabemos que es un seguidor de este proyecto. Le podéis encontrar http://denicson.blogspot.com/ ahí están los enlaces para sus diferentes blogs.


Sus pautas son:


1.- Francisco, 40 años, separado (no divorciado). Un hijo con su esposa.
2.- Patricia, 34. Esposa de Francisco. No logra la estabilidad en muchas áreas de su vida.
3.- Diego, 19 años. Escapa de un centro de rehabilitación. Mala relación con sus padres.


Os recordamos que podéis dejar vuestras pautas en los comentarios de cualquiera de los dos blogs y nosotros escribiremos la historia.


Muchas gracias por leer, les dejamos con la historia de hoy.
Un saludo.

Un sueño por otro



Patricia colgó el teléfono, se sentó en el sofá y encendiendo un cigarro pensó en escaparse a otro país, quizás al Caribe o a la India, con la firme promesa de no regresar ni contarle a nadie donde poder localizarla.


34 años ya, 34 años y no había acabado su carrera, lo fue aplazando desde que Francisco y ella decidieron comprarse la casa, y un par de años más tarde casarse, el trabajo para pagar la hipoteca y las facturas no la dejaba tiempo para estudiar. Cuando llegó Diego, la idea de terminar sus estudios fue pospuesta aún más; para ese entonces su marido ya era director de ventas y podían mantenerse los tres con su sueldo.


Ella estaba encantada de pasar el día con su niño, pero aunque eso la hiciera la mujer más feliz del mundo, sentía un hueco en su puzzle, faltaba un pieza; Diego crecía rápido y Francisco alargaba cada vez más sus viajes de empresa.


Aquella joven emprendedora, decidida e independiente, se había convertido en un ama de casa, mantenida por su marido, igual que su madre, y a pesar de haber aprendido que era un trabajo valioso, duro y satisfactorio, ella nunca quiso verse en esa situación.


Según pasaban los años, el rompecabezas parecía más incompleto, era como si su futuro estuviese dando marcha atrás, y el cuadro que una vez pintó, se estuviese descomponiendo. Culpaba a su familia de su vacío, cuidar de ellos, los dos hombres más desagradecidos, la había dejado sin tiempo para cuidar de si misma.


Supo que Francisco se veía con alguna que otra amiguita, mucho antes de separarse, y callaba porque no podía aceptar el hecho de que su matrimonio fuese un fracaso, su matrimonio, por el que había cambiado su vida profesional, sus estudios. La separación fue inevitable, pero no estaba dispuesta a aceptar el divorcio y parecía que a su marido eso no le importaba.


Patricia se levantó del sofá y llamó al que todavía era su esposo.


- Dígame – Contestó él sin ganas.


- Hola Francisco, tenemos malas noticias desde el centro


- ¿Qué ha hecho esta vez tu hijo?


- Se ha escapado.


- Pero.. ¿Cómo? Les estoy pagando una pasta para que saquen a mi hijo de las putas drogas y le dejan escaparse... Me van a oír.


- Bueno, tranquilízate, voy a intentar localizar a sus amigos a ver si ha dado señales de vida.


- Esta bien, Patri, llámame en cuanto sepas algo.


Colgó y volvió a sentarse para fumar otro cigarro y pensar en lo bien que estaría en Cuba, en La Habana, paseando por el Malecón del brazo de algún morenazo, mucho mejor allí que aquí, arrinconada en el sofá de aquella casa; una casa que hacía tanto tiempo que no era un hogar, que parecía que nunca lo había sido.


Desde que Francisco se marchó a vivir con la pelirroja explosiva de su oficina, sólo había conseguido trabajar en algún trabajo temporal que no la llenaba, y en las contadas ocasiones en las que había salido a disfrutar de una cita, no llegó a congeniar lo suficiente como para quedar para otra ocasión. Seguía enamorada de su marido.


Podría haber sido el mejor momento para volver a estudiar, pero con Diego metido hasta el cuello en las drogas no podía concentrarse. No lo habían visto venir, no se explicaban como era posible que su hijo estuviera tan enganchado a tantas drogas sin haberse dado cuenta del proceso que le había metido en ese pozo.


Se culpaban a si mismos, se culpaban el uno al otro. Su madre siempre le guardó algo de rencor porque ocuparse de él había significado perder su identidad; y su padre siempre prefirió pasar los fines de semana con alguna secretaria bombón que jugar al fútbol con él.


Realmente Diego, a sus 19 años, no tenía un problema con las drogas, sabía muy bien lo que hacía y podía dejarlo cuando quisiera. Su única pretensión era divertirse con los amigos y olvidarse de las dos personas más amargadas que había conocido, y que, a sus ojos, sólo querían amargarle la existencia.


Encerrarlo en un centro para drogadictos, de verdad creían que así lograrían recuperarlo, se preguntaba y se contestaba que se equivocaban. Él no necesitaba ningún tipo de terapia ocupacional y en cuanto pude se escapó de allí; seguro que Charlie podría darle “asilo político” hasta que encontrara su propio nido. Alguna vez había trapicheado para él y ahora podría dedicarse al negocio y pegarse la buena vida, sin tener que dar explicaciones en su casa. Era un buen plan, el mejor.


Patricia estuvo marcando números toda la tarde, pero no localizó a nadie que pudiera decirle nada de su hijo, volvió a llamar a Francisco.


- No Patri, no tengo el teléfono del tal Charlie con el que siempre anda tu hijo.


- Estoy segura de que está con él, estoy segura.


- Bueno, ¿Los del centro te han dado alguna explicación? Supongo que nos devolverán el dinero que les pagamos


- ¿Eso es lo que más te preocupa? Tu hijo, drogadicto, está desaparecido y tú sólo piensas en lo que te cuesta el centro de rehabilitación...


- Patricia, deja de desviar la conversación para poder echarme en cara mis defectos; del dinero ya me encargaré yo, como siempre... además sabes de sobra que entre hoy y mañana tu hijo se presentará en tu casa. De eso estoy seguro, yo.


Después de discutir un buen rato y colgar el teléfono, Patricia volvió a su sofá y a su cigarro, ya sólo le quedaba esperar y esperó hasta que a la mañana siguiente sonó el timbre despertándola.


Francisco tenía razón, allí estaba Diego, con síntomas de estar todavía algo colocado de la noche anterior; sin saludarla, sin apenas mirarla, y sin querer escucharla. Se dirigió a su habitación, cogió ropa, el portátil y algunas de sus pertenencias más preciadas mientras su madre suplicaba, lloraba y gritaba para retenerlo.


Lo único que Diego la dijo justo antes de salir fue:


- Por fin has conseguido apartar a todos de ti, para poder tener todo el tiempo del mundo para dedicártelo a ti misma.





Y en un mundo paralelo:
http://mundosparaleloskaesar.blogspot.com/2011/02/la-vida-sonada.html

jueves, 3 de febrero de 2011

Desorientada (Proyecto "Mundos paralelos")

Hoy es el cuarto "Mundo paralelo" y el segundo construido a partir de las pautas de nuestros seguidores.

Las pautas de hoy nos las deja Kitty una compañera de twitter, de la que admiramos la pasión y romanticismo en sus letras. Pueden conocerla mejor en su twitter : @kittyYbarra o en su blog: http://kittyybarra.blogspot.com/ o en su Tumblr: http://kittyybarra.tumblr.com/ .

Sus pautas son:

1- Laura despierta una mañana sin memorias, con una agenda llena en la mano.
2-En algún momento se da cuenta que alguien la está siguiendo.

Les recordamos que pueden dejar sus pautas en los comentarios de cualquiera de los dos blogs para que nosotros escribamos vuestra historia.

Muchas gracias por leer, les dejamos con la historia de hoy. Un saludo.

Desorientada


Laura se sentó derrotada, cansada en el banco de aquel parque. Sin duda debía estar siendo el peor día de su vida, aunque fuera incapaz de recordar ningún otro anterior con el que poder compararlo. Se quedó mirando al cielo intentando poner en claro todos los acontecimientos de la mañana.

Se despertó sin memorias, en un apartamento vacío; desorientada, aterrorizada y sola, muy sola. Parecía gobernarse por instintos mientras intentaba recordar quién era, mirándose al espejo y hojeando una y otra vez una agenda llena de datos: nombres, lugares, números, textos sin sentido, inconexos los unos con los otros. Lo lógico habría sido recurrir a la policía o ir a un hospital, pero en esas primeras horas la idea ni pasó por su cabeza.

Supuso que su nombre era Laura porque estaba escrito en la primera página de su agenda, justo encima del dibujo de una espiral idéntica al tatuaje que ella tenía en la muñeca.

Salió a la calle después de mucho pensarlo, observó a los desconocidos esperando y temiendo que alguno la reconociera; se sentía mareada, como si la hubieran drogado. Tenía ganas de tomarse un café. Como era posible que no supiera cómo se llamaba a ciencia cierta, pero sí pudiera leer, o recordar el olor del café recién hecho y que había que pagar por tomarlo en una cafetería. Mientras pensaba en esto rebuscó en sus bolsillos y encontró algunas monedas sueltas, vio un bar, entró y se sentó en la barra.

- Un café con leche, por favor.

- ¿Un mala noche? – Contestó el camarero mientras preparaba el café

- ¿Nos conocemos? – Su voz sonó un tanto desesperada.

- No, sólo un comentario, espero que no le haya molestado.

Laura prefirió quedarse en silencio y volver a revisar su agenda en busca de algo que le diera una pista sobre su identidad, mientras tomaba el café. En la última página había escrito un nombre “Raquel” y el nombre de un restaurante “Mesón extremeño”. Decidió empezar a buscar por ahí, parecía lógico que ese fuera el último sitio en el que hubiera estado, y desandar sus pasos era lo más coherente. Pagó el café y le preguntó al camarero si cerca de allí habría algún restaurante con ese nombre.

- Sí, señorita, está a dos manzanas de aquí subiendo esta calle, pero anoche… bueno, parece que no ha visto las noticias, anoche hubo una explosión en ese local y no creo que pueda tomarse nada allí.

- Usted dígame donde está y ya me preocuparé yo de encontrar un sitio para comer.

Había sido muy ruda, pero en sus circunstancias poco le importaba.

Cuando llegó al lugar indicado, había un cordón policial que rodeaba el local, y por supuesto, cientos de curiosos a su alrededor. Se acercó todo lo que pudo, preguntándose si ella habría tenido algo que ver con aquella explosión o con alguna de las personas que habían perdido la vida la noche anterior.

Se volvió hacia una señora mayor que estaba de pie, justo a su lado, parecía muy afectada, incluso se sintió algo conmovida por la expresión de su rostro.

- Perdone, señora, ¿Sabe si Raquel se encontraba anoche dentro?

La anciana pareció no escucharla y siguió absorta mirando el ir y venir de policía, bomberos y equipos médicos. Quién sí pareció escucharla fue un joven.

- ¿Conocías a la dueña?

- Eso parece

- Nunca te he visto en el restaurante y tengo muy buena memoria para las caras.

- No solía venir mucho

Se dió media vuelta y volvió a andar sin rumbo, lo único claro que tenía era que era probable que en algún momento había estado en esa ciudad, cuyo nombre ni siquiera sabía, y había hablado con Raquel.

Con la poca calderilla que tenía, compró un periódico para informarse de lo que decían acerca de la explosión y se dirigió al parque que estaba enfrente del quiosco a leerlo. ¿Sería el momento de hablar con la policía o dirigirse a un hospital? Prefirió seguir allí, leyendo; era curioso que el nombre de la ciudad que aparecía en el periódico no le resultara ni siquiera un poco familiar, y en cambio, pudiera recordar todas y cada una de las capitales mundiales. La frustración volvió a apoderarse de ella y se sumergió en la agenda buscándose a sí misma.

Ningún dato le daban siquiera una pista; decidió llamar a un número de teléfono que estaba en la página anterior del nombre del restaurante. Un número que parecía pertenecer a un hombre llamado Pedro.

Al levantarse del banco vio una cara que le era familiar, pero no porque la asociara con un recuerdo de su pasado, era una mujer que había entrado a comprar tabaco en el bar donde había estado tomando café; también le pareció verla entre la multitud de curiosos que se agolpaban alrededor del mesón. Demasiadas coincidencias, estaba claro que la estaba siguiendo. Empezó a andar deprisa, otra vez sin rumbo, casi corriendo, presa del pánico. Unos minutos más tarde parecía haberla perdido, se acercó a una cabina de teléfonos que había al otro lado de la calle y llamó a cobro revertido al supuesto número de Pedro.

- Lo siento señorita, pero nadie coge el teléfono, si quiere pude intentarlo más tarde. – Ante esta respuesta de la operadora, Laura se derrumbó y apooyada en la cabina, sin importarle la gente que paseaba por la calle, se echó a llorar y no levantó la cabeza hasta que oyó una voz que la llamaba y notó una mano que la agarraba suavemente del brazo.

- Laura, tranquilízate y acompáñame.

Al levantar la vista reconoció a la mujer que estaba persiguiéndola. – ¿Me conoces? ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Qué está pasando?

- Laura, tranquilízate, tienes las respuestas. Venga, acompáñame.

- ¿Las respuestas? ¿En la agenda? No hay nada ahí que me diga quién soy – En ese momento se percató de que en la muñeca de la mano que la agarraba también había una espiral tatuada, idéntica a la suya. - ¿Quién eres?

- Laura, ven conmigo.

- No, quiero que me digas que está pasando o no iré contigo a ninguna parte. - Al no encontrar la respuesta que esperaba, se soltó del brazo que la agarraba y salió corriendo de nuevo.

Se quedó sin aliento apoyada en el escaparate de una tienda de muebles, recuperando las fuerzas. Justo cuando decidió dirigirse a la policía, en contra de su instinto, se fijó en el nombre de la calle en la que estaba y el corazón le dio un vuelco. Esa dirección estaba en la agenda; lo comprobó: “C/ Paseo del Mar de Plata, 35, 3ºB”.

El portal estaba abierto, en el buzón no aparecía ningún nombre, y subió al tercer piso decidida. Llamó al timbre nerviosa, pero cuando se abrió la puerta quedó petrificada. Al otro lado de la puerta estaba la señora mayor que había estado junto a ella, observando las labores de rescate en el restaurante; y esta vez no sólo la habló, sino que también pareció reconocerla.

- Laura, ¿Qué haces aquí? Tú ya no deberías estar aquí.

- ¿Me conoces? ¿Quién soy? ¿Qué está pasando?

- Laura, tú ya no deberías estar aquí.

- Eso ya me lo ha dicho, dime quien soy, por favor, dime que está pasando… - sollozaba y temblaba, suplicaba.

- Tú tienes las respuestas, ya no perteneces a este lugar. – Dijo cerrando la puerta. Después de ese gesto, lo único que le quedaba era buscar una solución con las autoridades, no comprendía nada, no hacía falta tener recuerdos con que compararlos, sin duda lo que sentía en ese momento, era lo peor que había sentido en su vida.

Volvió a la calle buscando oxígeno, intentando respirar y se sentó en la acera, mirando la agenda. Sólo sabía que se llamaba Laura y que ya no pertenecía a un hogar de la calle Mar de Plata. Agachó la cabeza entre las piernas e intentó tomar fuerzas.

- Laura, ven conmigo. – Volvió a oír la voz de la mujer que la había estado siguiendo.

- No pienso ir a ninguna parte contigo, Raquel. – Se sorprendió a sí misma y levantó la cabeza. Raquel la sonreía y acariciaba el pelo; por fin reconocía a alguien; aquella mujer era una amiga de su abuela que la había contratado de pinche en su restaurante hacía una semana. – Raquel, ¿Qué está pasando?

- Lo siento, Laura, lo siento muchísimo.

- ¿Quieres decir que..?

- Sí, Laura, ¿Me acompañas?

- ¿Dónde vamos?

- Al único sitio al que podríamos ir.

- No nos dio tiempo a avisar a los clientes, ¿verdad?

- No, fue rápido... explotó todo en cuanto empezó a oler a gas; lo siento, mi niña, todavía nos quedaba mucho por vivir, sobre todo a ti y a Pedro.

Y en un mundo paralelo:
http://mundosparaleloskaesar.blogspot.com/2011/02/veinticuatro-horas-con-laura.html

martes, 1 de febrero de 2011

Podría escribirte los versos más cursis esta noche.

Piratas de amaneceres sin dueños.
Lazos que atrapan libertad.
Tropiezo con cantos y sueños,
en los que vendes zapatitos de cristal.

Besos de versos te recitaría,
y compraría pícaras estrofas;
para, en noches de lunas frías,
calentarnos al romper de las olas.



Entropía, lapiceros y un guiño,
son juguetes rotos que nunca tiramos.
Somos viejos que pretenden ser niños,
seremos peces de papel navegando.


Ocurrirán eternidades y vidas;
y en lo que aprendo a olvidarte,
ire alquilando poemas sin salidas
escritos en billetes a ninguna parte.








miércoles, 19 de enero de 2011

Por los viejos tiempos (Proyecto "Mundos paralelos")

Hoy es el primer "Mundo paralelo" construido con los cimientos de uno de nuestros seguidores. Él es Rubén Ochoa, le podéis conocer mejor entrando en su Twitter: @ruben_ochoa o en su Tumblr donde demuestra su arte con las letras.
Sus pautas son: 1-Francisco y Valeria se conocieron cuando él tenía 15 y ella 13 años 2-Sintieron que había algo especial entre ellos pero nunca se lo dijeron el uno al otro. 3-Pasan 18 años y se reencuentran.
Les recordamos que pueden dejar sus pautas en los comentarios de cualquiera de los dos blogs y nosotros escribiremos vuestra historia. Muchas gracias por leer, les dejamos con la historia de hoy. Un saludo.

Por los viejos tiempos

 

Valeria salió a la terraza a fumar un cigarro y dejar que el aire fresco de la noche despejara su cabeza, el día que empezó tan anodino como de costumbre, le había despedido con una agridulce sorpresa.

Llevaba años sin acordarse de Francisco y su guitarra, pasó cada tarde del verano de 1993 sentada a sus pies en la plaza del pueblo, cantando las canciones que él tocaba; nunca antes había estado enamorada y se sentía terriblemente cohibida siempre que se quedaban a solas.

Volvió a entrar en casa y siguió trabajando en el informe de ventas que debía entregar al día siguiente.
Francisco se despertó a media noche en la oscuridad de su habitación, solo, amargado, y preguntándose donde estarían todos aquellos sueños que había dejado de perseguir. Cogió su guitarra y tocó para sí mismo “Quién me ha robado el mes de abril”.

Recordó a Valeria, la niña risueña que empezó a crecer aquel verano de 1993, cada día bajaba, después de la siesta, a cantar a la plaza del pueblo porque sabía que ella aparecería por allí en algún momento y sin que sospechara nada, le dedicaba cada tema que tocaba sentado en aquel banco.

Dejó la guitarra en su funda y se volvió a acostar. No podía definir si su encuentro de la tarde con Valeria había sido grato, o terriblemente desapacible. El paso de los años no había sido benévolo con ninguno de los dos y tardaron un buen rato en reconocerse.

Después de varios años dedicándose a cuidar de un desagradecido marido, Valeria había empezado a trabajar como representante de artículos de regalo, y en una visita a uno de los clientes de su cartera, se encontró con Francisco, que llevaba tres años trabajando de dependiente en ese establecimiento.

Ella una mujer de treinta y cinco años que aparentaba más de cuarenta y cinco, una tradicional ama de casa; y él, un delincuente de poca monta que había conseguido reinsertarse en la sociedad, decidieron tomar una copa juntos al terminar la jornada laboral.

Dieciocho años sin verse y nada bueno que contar, ni esperanzas que compartir. Rememoraron el verano en el que se conocieron y las tardes en la plaza. Rememoraron que una vez tuvieron sueños y toda una vida por delante; un mundo lleno de conciertos en estadios para él y diseños de alta costura en las mejores pasarelas para ella.

Se avergonzaban tanto de sus años perdidos que no se atrevieron a hablar de las peleas en la cárcel que más de una cicatriz le habían dejado, ni de la imposibilidad de quedarse embarazada que habían acabado con un matrimonio anterior y una depresión de la que no estaba segura de haber salido.

Después de dar vueltas a un pasado mucho mejor, sus heridas se abrieron de nuevo, y para no dejarse ver sangrando se despidieron con la promesa de llamarse algún día.

Al día siguiente, Valeria se despertó al lado de un hombre al que había dejado de amar mucho tiempo atrás, se despertó sola y desorientada; se sirvió un café de autocompasión y volvió a pensar en Francisco y sus canciones.

Francisco abrió la tienda mientras le daba vueltas a la idea de llamar a Valeria para no sentirse solo una tarde más, pero suponía que no podrían seguir hablando una y otra vez de veranos adolescentes y lo último que quería era admitir en voz alta que había echado su vida a perder.

Ninguno de los dos se atrevió a llamar al otro, a afrontar la humillación de reconocer que no eran nada más que una sombra y prefirieron seguir intentando acomodarse en su soledad que compartirla.

Llegó el día en el que las obligaciones laborales les pusieron cara a cara de nuevo, y como la vez anterior acabaron brindado por los viejos tiempos, sin contarse nada que el otro no supiera ya.

Unos meses después, las copas que se tomaban juntos se habían convertido en parte de sus rutinarias vidas. Al igual que nunca se atrevieron a declarar que sentían algo maravilloso el uno por el otro, cuando eran unos críos, ahora, siendo adultos, nunca se permitirían el lujo de dejarse conocer.

Y en un mundo paralelo:

miércoles, 12 de enero de 2011

Don't look back in anger (Proyecto "Mundos Paralelos")

Segundo post del proyecto Mundos Paralelos, si no sabes lo que es pincha justo aquí.

Las pautas que Julio y yo hemos seguido esta semana son:
1. Roberto, toca la guitarra en calles, metros, donde puede.
2. Conoce a un tipo, Ernesto, que se ofrece a ayudarle haciéndole un hueco en su garito.
3. Marta, camarera y novia de Ernesto se fija en él.

Muchas gracias por leer, les dejamos con la historia de hoy.
Un saludo

"Don't look back in anger"


El día que Ernesto se paró a hablar conmigo lo reconocí enseguida, era un tipo que solía pararse a escucharme siempre que tocaba en aquella boca de metro, muy generoso con la calderilla que me dejaba en la funda de la guitarra.
- Me llamo Roberto, dije mientras me estrechaba fuerte la mano – ¿sabes que eres mi mejor espectador?

Me invitó a tomar un café en el bar de enfrente, según él tenía que proponerme algo que no podría rechazar. Al parecer mi nuevo amigo tenía un pub de estilo inglés en la zona sur de la ciudad y le gustaba tener música en directo para ambientar las cenas; la chica que solía tocar martes y jueves le había dejado tirado una semana antes y automáticamente pensó en mí, el músico callejero del metro. Me apuntó en una servilleta la dirección y me pidió que me presentara al día siguiente, sobre las seis de la tarde para hacer una prueba y conocer el pub. No, no podía rechazar la oferta; era una oportunidad única para darme a conocer y tener algo parecido a un sueldo.

Llegué antes de la hora, el pub todavía no estaba abierto al público, pero me colé por debajo del cierre. En mitad de la sala había una camarera barriendo al son de “Don’t look back in anger” sumamente ensimismada en su tarea, tanto, que no se percató de mi presencia. No quise interrumpir su actuación pues era una auténtica delicia observarla; todos hemos utilizado escobas y fregonas como micrófono alguna vez, pero estoy seguro de que jamás nadie lo ha hecho con tal maestría. Antes de que se acabara el tema, Ernesto irrumpió en la escena y me presentó a su novia, Marta.

- Me llamo Roberto, dije mientras besaba sus mejillas. – ¿Sabes que eres toda una artista?

Marta, visiblemente sonrojada, siguió con sus quehaceres y yo no pude evitar sentirme decepcionado al saber que no estaba disponible.

Tras la prueba, Ernesto, Marta y el resto del personal, quedaron encantados y me contrataron para empezar a trabajar el martes siguiente. En un par de semanas Marta desbancó a Ernesto, convirtiéndose en mi mejor espectadora. He de confesar que me ponía tremendamente nervioso cuando me observaba detenidamente desde la barra; no estaba seguro si sólo veía lo que yo quería ver o si realmente tonteaba conmigo. Tenía que reprimirme las ganas de tirarle los trastos abiertamente, utilizaba mi moral y respeto por Ernesto como barreras de contención.

Cuando terminábamos de trabajar y recoger, íbamos todos juntos a los after hour más decrépitos de la ciudad y entre copas y descuidos de Ernesto, Marta se volcaba en atenciones conmigo; con los días se fue haciendo obvio que no era sólo mi imaginación y que aquella mujer me buscaba con el mismo ímpetu con el que yo intentaba evitarla. Su encantadora personalidad, sus ojos negros capaces de dejarme sin respiración, se convirtieron en la musa de todas mis composiciones.

El bueno de Ernesto, totalmente ajeno al vínculo que se formaba entre su compañera y un servidor, me propuso que la invitara a compartir algún tema conmigo en el escenario; creía que la voz de Marta sería el mejor acompañamiento para mi guitarra, que mis letras parecían encajar perfectamente con su genio y estilo.

La noche en la que cantamos juntos, fue, sin duda, la vez que más he disfrutado tocando. Por muy cursi que pueda sonar, sentí que el suelo se volvía pentagrama y que las notas cobraban vida en su voz. Supe que si la besaba me enamoraría de ella. Tras las felicitaciones y las miles de copas de más que nos bebimos aquella noche, Marta y yo amanecimos paseando los dos solos por la ciudad; Ernesto se había retirado muy cansado, un par de horas antes dejándola en mis buenas manos, para que cuidara de que ningún buitre se acercara a su preciosa novia.

Mis sentimientos traicionaban toda la confianza que mi “manager” tenía depositada en mí. La culpabilidad no me dejaba dar el paso que me separaba de mis deseos, me sentía tan a gusto en su compañía que olvidaba quien era su pareja, pero en cuanto lo recordaba, su presencia me incomodaba; realmente nos llevábamos muy bien, nunca nos faltaba la conversación y parecíamos conectar y encajar. Sentados en un banco, viendo a la gente pasar, Marta se dejó llevar y me besó.

Terminamos la mañana en mi hostal, desnudos, preguntándonos que hacer a partir de ese momento, como comunicarle a Ernesto lo que había pasado. Marta recogió sus cosas y decidió ir a hablar con él, dejar pasar un solo minuto más no era justo para ninguno de los tres; yo me quedé encerrado en mi habitación componiendo otra canción más en su honor.

Unas horas después sonó el teléfono, era Ernesto preguntando por ella, preocupado porque su chica todavía no había regresado y su móvil no daba señal. Me asusté tanto como lo estaba él, pues vivíamos sólo a un par de manzanas, y Marta tenía que haber llegado hacía largo rato. Fui corriendo a acompañarlo mientras llamaba a todos los hospitales y a la policía.

Mi versión de la mañana fue un largo y tardío desayuno, tras el cual nos habíamos despedido para dormir cada uno en su propia cama. Cuando llegué al apartamento lo encontré sollozando y temblando, era un poco tremendista, pero no era propio de Marta desaparecer así; realmente yo sabía que tenía razones de sobra para estar perdida por la ciudad y me tranquilizaba la idea de que, asustada por tener que enfrentarse a su ruptura, se habría quedado en un parque o en un bar intentando poner sus ideas en orden. Supongo que eso era lo que realmente me apetecía hacer a mí.

Pocos minutos después de mi llegada, una pareja de la policía llamó al timbre. Ernesto se derrumbó y yo me quedé petrificado ante lo que era la confirmación de todos sus temores: Marta había sido atropellada por un conductor que se había dado a la fuga, muriendo en la ambulancia de camino al hospital.

Han pasado dos años desde el accidente. Ernesto consiguió reponerse con muchos esfuerzos; para mí, pasar el duelo a su lado, fue el mejor apoyo que pude tener. Por fin estoy grabando mi primer disco, y él es mi manager oficial, por supuesto que sigo tocando cada martes y jueves en el pub. Me he planteado cientos de veces contarle lo que pasó aquella noche, pero no me atrevo; me justifico convenciéndome que sería ocasionarle daño gratuito. En un principio me guardó rencor por no haber acompañado a su niña hasta el portal, pero tal y como él me dijo en una ocasión: “son cosas que pasan, no podemos mirar hacia atrás con ira, sólo hacia delante con esperanza”.

Hace unas semanas empezó a trabajar con nosotros Carolina, la mujer con la que Ernesto ha rehecho su vida; Carolina, mi nueva mejor espectadora. La conocí en una comida que organizó mi amigo en su apartamento, cuando llegué estaba en la cocina; en la radio sonaba “Don’t look back in anger” mientras ella la tarareaba con dulzura.

- Me llamo Roberto, dije mientras me acercaba a saludarla. – ¿Sabes que acabo de tener un déjà-vu?

 Y en un mundo paralelo:

El cantautor de la foto es Luis Ramiro, uno de mis favoritos. Merece la pena escucharlo, sus melodías conquistan y sus letras enamoran.