sábado, 21 de abril de 2012

Sin destinatario


A ti, que sabes quién eres, que te disuelves en cada trago de esta vida, en cada mirada hacia el horizonte. A ti que has bebido más que yo, que has brindado con el vacío y me has dibujado una mentira en cada caricia que te he inventado. A ti que has contestado todas las preguntas que nunca te quise hacer. A ti, que has pasado página y no me has dejado ni una anodina nota del autor.

A mí, que doy vueltas en tu círculo sin llegar a cerrarlo.

A nosotros, que nunca fuimos el seremos que quiero crear.

A todos aquellos que nos acompañaron, que supieron acompasar respiración y caminar, que bailaron nuestras canciones y se equivocaron tanto, más, o menos, que tú, que yo. ¿A nosotros?

A mí, a ti, a este teclado, testigo y verdugo de cada palabra que se ha deslizado de ti a mí, de mí a ti, de nosotros a aquellos.

A mi imaginación, a mi mundo no exteriorizado, a mi adulta interior, a esta botella que se vacía.

A esta canción que nunca había escuchado, a la melodía que me dedicaste y resuena y resuena y resuena y resuena...

Al silencio, a mis gritos, a tus golpes.

A aquella que dijo “while you were sleeping I was listening to the radio and wondering what you're dreaming when it came to mind that I didn't care”

A aquella otra que baila paralizada. A él que la captura.

A ti. A nadie. A mí.





jueves, 5 de enero de 2012

Real



Hay tantas formas de belleza como ojos que la miran y artistas que se rinden a sus encantos.


Oímos "bello" y se nos acumulan en la imaginación paisajes bucólicos y arco iris de colores vivos... y no voy a negarme que es una gran idealización, pero cansa y agota.


He tropezado con poetas que se ahogan entre epítetos y sosas metáforas que no llegan ni a burdas comparaciones, mientras yo me volvía loca de mi sinestesia por una dulce caricia o un buen hipérbaton que me descolocara.


Cuanto ser absurdo que pierde el tiempo ensalzando medidas exactas y virtudes en el justo medio, que se rinde ante esos mitos que tarde o temprano estallarán en los mil pedazos de la decepción.


Ni sencillez, ni complejidad; ni tan siquiera naturalidad... a mí darme la belleza pura, y en esencia, de lo real.


Aceptar un defecto sin maquillarlo, sin disfrazarlo, es el acto más hermoso que he podido disfrutar.


Y es por esto que te quiero, y sí, te quiero real. Te quiero porque me lees y me transcribes como nadie, porque consigues hacer un poema épico de cada una de mis derrotas. Porque has cogido el grotesco reflejo de mi espejo y lo has convertido en una fantástica fotografía de Witkin... y porque sabes lo que todo esto significa para mí.





Ester Marfer.